JUSTO RECONOCIMIENTO A UNA GRAN MUJER

 

En medio de tantas malas noticias que empañan nuestros días, me dio un gusto enorme recibir la buena nueva de que a la paquistaní Malala Yousafzai le fue otorgado el Premio Nobel de la Paz 2014.

Este reconocimiento nos reconforta y reafirma a todas y todos los involucrados en las luchas a favor de la equidad de género y los derechos de las mujeres. La noble gesta de la joven paquistaní de 17 años nos convoca para que sigamos con valentía y firmeza en pro de que las niñas de todo el orbe reciban educación.

Debemos recordar que cuando Malala tenía sólo 15 años fue agredida por un grupo radical talibán paquistaní por el grave pecado de defender su derecho a la educación. Los fanáticos talibanes, que habían tomado el control del valle de Swat, donde ella vivía, le dispararon en la cabeza a quemarropa cuando viajaba de la escuela a su casa.

Eso ocurrió hace dos años: el martes 9 de octubre de 2012. Muchas cosas han ocurrido desde entonces. Para empezar, contra todo pronóstico, la joven sobrevivió a ese incalificable ataque. Y no sólo eso, sino que se convirtió en una abanderada del derecho de las niñas a la educación. Así, ha recorrido no sólo su país para llevar adelante su campaña, sino que ha estado en las más altas tribunas internacionales con su mensaje pacífico y contundente a favor de la igualdad.

Malala, que vive en el Reino Unido, es la más joven de los galardonados hasta ahora con el Nobel de la Paz. Como parte de su campaña de equidad ha escrito un libro conmovedor, Yo soy Malala, donde narra su experiencia. Sin embargo, la contradicción se agiganta: mientras Occidente la exalta y protege cada vez más, en su país buscan silenciarla.

A propósito del premio que se anunció el 10 de octubre, Malala expresó que “no es el final es sólo el principio” y lo dedicó a todos los niños "cuyas voces necesitan ser escuchadas", a la vez que reconoció el respaldo de su familia por no cortarte las alas.

"He recibido este premio pero esto no es el final. Creo que es el comienzo. Quiero ver que todos los niños vayan a la escuela. Hay 57 millones que no reciben educación. Lo sé porque yo sufrí la misma situación. Todos ustedes saben que en la talibanización no se permitía a las mujeres ir a la escuela”, señaló. Para ella, los verdaderos ganadores de hoy son los niños del mundo, a quienes instó a hablar y no quedarse inactivos cuando están siendo maltratados. "¡Defiendan sus derechos!", insistió.

Así pues, las mujeres del mundo estamos de plácemes y orgullosas, con la confianza de que a los hombres que se oponen al crecimiento intelectual de la mitad de la humanidad pronto los supere la realidad y declinen ya de ese afán demencial. Tristemente apenas nos habíamos enterado de tan prometedor anuncio cuando empezaron a difundirse nuevas amenazas contra Malala por parte de extremistas paquistaníes que son, incluso, más radicales y fanáticos que los talibanes que la agredieron hace dos años.

Por eso es importante que toda la comunidad internacional le otorgue su apoyo a Malala para garantizar su seguridad, que se proteja su vida, se anule ese cerco criminal y anacrónico y que continúen con éxito las iniciativas de la ahora Premio Nobel.

Un dato importante es que su madre no habla inglés, como ella o su padre, y dice que extraña enormemente su Pakistán y lamenta no haberse hecho de muchas amigas. Todavía le cuesta mucho trabajo creer que en Inglaterra las mujeres se visten como quieren y pueden tener empleos como policías o guardias de seguridad.

"Cuando yo era más joven pensaba que debía ser médico. Yo no sabía que las niñas también pueden ser periodistas, empresarias y políticas. Cuando vi el mundo de allá afuera vi mujeres que estaban en la política, el mejor ejemplo ha sido Benazir Bhutto, si ella no nos hubiera animado a hablar por nuestros derechos en Swat, creo que no hubiera sido capaz [de decir] cualquier cosa por nuestros derechos", añadió.

Al evocar la historia de este gran ser humano, nos resulta increíble que una sola niña haya sido capaz de transformar de manera tan radical las cosas en su país. Pero, aunque nos cueste trabajo creerlo, así fue. Y bien vale la pena llamarle heroína, pues se lo merece por su enorme valentía y la firmeza de sus convicciones.

Hoy día, en pleno siglo XXI, en el valle de Swat, al noroeste de Paquistán, donde la joven Malala vio por primera vez la luz, el nacimiento de los varones se celebra con bombo y platillo y el de las niñas acontece a escondidas, como si se tratara de un gran pecado. El destino de las mujeres es la cocina y prepararse para tener hijos, preferentemente en la adolescencia, sin que puedan siquiera soñar con tener una vida como la de los varones.

Cabe señalar que Malala compartirá el Premio Nobel de la Paz con el hindú Kailash Satyarthi, quien se ha dedicado desde 1980 a la lucha para erradicar la esclavitud infantil en el mundo laboral. Ingeniero eléctrico de profesión, Satyarth abandonó su carrera para abocarse el rescate de decenas de miles de niños que sufren esclavitud y desarrolló un exitoso modelo para su educación y rehabilitación.

Celebremos, entonces, ambas designaciones, y sigamos trabajando más y mejor por una sociedad equitativa, justa, próspera, pacífica y feliz.

 

www.marthachapa.net

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Comentarios

  • Al entregarle el premio, se le entrego una bandera de México.

  • 2164351793?profile=original

  • En verdad es gratificante enfocar nos en el lado luminoso de la humanidad y la lección que nos dan de verdaderas condiciones adversas por las que no sólo pasan algunas mujeres y hombres sino que sobresalen haciendo obras de la magnitud que de describen de Malala y Satyarth. Gracias
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