La gente cree que si alguien jovencito, especialmente una mujer, se da placer sexual a sí misma, corre el riesgo de volverse pervertida, loca o una no buena persona. Lamentablemente es posible que algo así suceda si ella cree esa mentira social y se autocomplace pensando o sintiendo que es malo, prohibido o vergonzoso...o sencillamente no se autocomplace y se queda temerosa e ignorante de sus propias sensaciones naturales y funcionamiento íntimo de su cuerpo.
Si lo hace con CULPABILIDAD se acostumbra a identificar inconscientemente EL PLACER con lo MALO, este equivocado modelo se interniza y a partir de ahí, en sucesivo, sin saber la causa ni poderlo controlar, le aflorará espontáneamente la atracción, el deseo y la chispa irresistible por situaciones y hombres en efecto, desde el punto de vista de la salud emocional y sexual, inconvenientes, que bien pueden estar guapos, feos, adinerados, pobres, simpáticos, antipáticos, cultos, ignorantes, solteros, casados, divorciados etc. cosa que para el caso poco importa...(cómo sean ellos) porque sin duda en el fondo, esos hombres que le atraen, necesariamente padecerán palpables trastornos neuróticos y/o psicóticos, tal como ella misma también los padece, independientemente de que sea hermosa, agradable, exitosa económica o profesionalmente, casada, soltera, viuda o divorciada, o no lo sea.
Entoces la conclusión es clara: para efectos de relacionarse uno atrae lo que uno mismo es, en términos de más o menos sano sexual o emocionalmente, y esta salud está en función de lo coordinados, abiertos y unificados que estén mente, emociones y sexo en uno, con los pies en la tierra.
Pensar y vivir las sensaciones sexuales diferente a lo que por naturaleza son, disminuye su intensidad de placer, su esplendor y capacidad liberadora y equilibrante y por ende genera el goce con esclavitud, desajuste y riesgo, propio de los bloqueos que la formación habitual sexual, no realista, sino manipuladora, limitada y/o falsa produce de diversas formas en todos y cada uno de nosotros.
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