GENEROSIDAD

“DAR DE GOTA EN GOTA SE TE DEVUELVE UN TORRENTE”, una frase de vida que me acompaña, me la regaló mi abuelo.

En occidente, hemos sido educados en el sentido amplio de compartir, de dar desinteresadamente.

En muchos casos nosotros mismos hemos puesto en duda esta creencia y a veces coincidimos en que actuamos más que por voluntad propia por condicionamiento.

La realidad es que nos hace sentir bien cuando aportamos a alguien soluciones a sus conflictos o participamos para que su carga sea más ligera.

Recientes estudios médicos precisan que cuando ayudamos se activan zonas cerebrales y procesos bioquímicos vinculados lo mismo al placer que al bienestar. Estas condiciones producen sensaciones equivalentes a satisfactores reales.

Hay una conseja que versa que la alegría compartida es dos veces alegría, que es de larga duración y que cuando esta se presenta hace que las personas sean más felices que cuando atienden exclusivamente intereses propios.

Para mí es común que cuando me vínculo con la gente los invite a tejer redes, a compartir premisas fundamentales que nos son comunes y sobre todo, a sumar.

Los contactos estables han probado que cuando se persiguen objetivos generalizados se amplía la posibilidad de vida, se minimiza el riesgo de muerte en todas las edades y se aumenta todo género de esperanzas.

Tengo un amigo que sostiene que dar es un gesto digno del mayor de los egoístas, que el placer de dar se comparte poco, que cuando se recibe llega junto con la carga inherente.

Conozco algunos estudios que comprueban que el estado de salud de grupos controlados a los cuales durante un largo período se les preguntó sobre sus prioridades, cuanto más es la dedicación hacia los demás aumenta la vida de quienes así lo hacían.

Vincularse e involucrarse con el bienestar del grupo; compartir y ofrecer los recursos con los seres cercanos; aportar tiempo y coincidir en objetivos hace que la ilusión futura de todos aumente.

El ser humano está hecho de una sensación de pertenencia, en sus orígenes a una tribu; los hijos de los primeros humanos lo eran también de todo su entorno.

El sistema cerebral tiene características empáticas, distintas a los razonamientos puramente estratégicos; somos capaces de reproducir el dolor y la alegría de los demás en nuestro interior, hacer prácticamente inexistente la distancia entre el tú y el yo.

La naturaleza ha sido tan sabia que ha creado los contrapesos adecuados de forma natural a la preocupación de algunos de inclinación manifiesta al provecho propio.

Ha llegado el momento ya de aceptar que tenemos que ser más generosos en el trato con los demás y en lo que procuramos; que la felicidad pasa por encontrar respuestas y aportar; que ambas posturas suman, que se viven en paralelo, que una sin la otra parece estar incompleta.

La generosidad se empata con la gratitud; memoria del corazón la llamo yo, somos seres sociales y debemos superar ese estigma, que estamos más asociados al éxito del otro en vez de a su fracaso.

Te invito a que generes hormonas, las positivas, te sugiero seas tan generoso como tu alma esté colmada.

Enviadme un correo electrónico cuando las personas hayan dejado sus comentarios –

¡Tienes que ser miembro de Retos Femeninos para agregar comentarios!

Join Retos Femeninos

Comentarios

  • Me encanto, gracias Terry, es un excelente artículo, invita a reflexionar, porque limito la generosidad?

    Te envio un cordial abrazo.

This reply was deleted.