La relevancia de las redes sociales digitales en las democracias contemporáneas es parte de los nuevos mecanismos de participación ciudadana que, además, inciden en el intercambio público de diferentes maneras. Una de éstas formas, que representa un riesgo serio para la convivencia civilizada, es cuando aquellos vasos comunicantes transmiten información falsa y que son diseñados, sobre todo durante los procesos electorales, para incidir en el sufragio de los ciudadanos.
La difusión de las conocidas “Fakes News”, noticias falsas e inventadas, implica un atentado contra el debate público porque antepone el insulto y la distorsión sobre lo que sucede con el adversario político, en vez de privilegiar las propuestas y, naturalmente, la intensa polémica para dar basamento al ejercicio del voto. El tema se complica cuando son los mismos actores políticos los promotores de los adjetivos y los señalamientos estruendosos.
Las Fakes News tienen éxito, como se ha observado en distintas sociedades con democracia avanzada, en la falta de cultura digital y, entonces, las operaciones dirigidas para provocar confusión tienen buen puerto en el tipo de usuario que desconoce los parámetros mínimos para poder identificar la verosimilitud de las noticias que está consumiendo, a saber: el nombre del medio y la fecha en que se elaboró la supuesta nota, así como las preguntas inherentes a constatar un hecho como son los qué, cómo, cuándo, dónde y porque. La proliferación de portales que propalan mentiras es un problema de tal magnitud que en países como Argentina o Estados Unidos ya se está legislando para integrar en los primeros años de la formación académica algunas materias que enseñen a nuestros niños y jóvenes la manera de valorar la verosimilitud de los contenidos que se ofrecen. En México sin duda, las Fakes News son ya un factor de enorme preocupación en amplias franjas de la población.
Las diversas plataformas de Internet son herramientas para ejercer la libertad de expresión y, por ello, vale la pena emprender tareas para la educación digital y promover que en las redes mismas existan los contrapesos suficientes que exhiben las falsedades o los infundios y con ello inhiben su propalación. Junto con ello es relevante que los medios de comunicación tradicionales desempeñen su trabajo con mayor pulcritud y seriedad porque su descrédito sin duda abona a la creación de sitios supuestamente alternativos que, con ese carácter, pueden motivar al usuario a propalar información falsa sin saberlo y, además, con la creencia de que está haciendo algo provechoso para la comunicación en el país.
Los sitios web con información falsa suman cientos, sin exagerar, porque no sólo existen los que propalan mentiras en relación con temas sociales, políticos o culturales sino que estos son de la más diversa índole, e incluso se diseñan para el llamado hackeo así como para infectar la computadora del usuario. Es decir, las Fakes News abarcan ya prácticamente cualquier área temática que ustedes imaginen y en nuestra vida cotidiana, con nuestra educación podemos contribuir con nuestro granito de arena digital para atemperar su presencia.
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