ESTA MAÑANA LO VI

Buenos Aires, 10:15 horas. Yo iba en taxi. Estábamos parados en un semáforo. Justa al otro lado de mi puerta, un contenedor de residuos de obra.

Revolviendo en su interior, un hombre cuya edad es difícil de calcular, pongamos unos 60 años.

Cojeaba y arrastraba un carrito de supermercado, lleno de restos de metales variados.

Parecía invisible para la gente que pasaba por la calle, incluso lo hubiera sido para mí en muchos otros momentos.

En esta ocasión me dediqué a observarlo y a intentar averiguar lo que pensaba en ese momento, golpeando con una barra de hierro para intentar separar algún residuo que poderse llevar.

Entonces comencé a retroceder en el tiempo, y pensé en el niño que ese hombre había sido, en sus padres, que jugaron con él y le amaron. Pensé en sus hermanos y sus abuelos. Pensé en el amor y cariño que a buen seguro recibió durante buena parte de su vida. Pensé en los buenos momentos que habían pasado junto a su familia y amigos de infancia.

¡O quizás no hubo esos momentos! Quizás fue víctima del rechazo de su familia, del olvido y de malos tratos. Quizás no tuvo la oportunidad de aprender lo que era sentirse amado, lo que era sentirse parte de una familia. Quizás fue víctima de acoso por parte de sus compañeros…

¡Quién sabe! Yo sinceramente no lo sé. El taxi arrancó, y yo no salí para interesarme por él ni por su vida. Quizás debería haberlo hecho. Sin duda la lección de vida que me habría dado sería enorme.

Posteriormente en el taxi continué dándole vueltas al recuerdo de este buen hombre. Y digo bueno porque estaba buscando la forma de ganarse unos pesos para comer, o para lo que él quisiera, ya que cada uno de nosotros somos libres de decidir en qué gastamos el poco o mucho dinero que tenemos.

¿Cómo habrá discurrido su vida? ¿Qué le habrá llevado a vivir en la calle, y desde cuándo? ¿Qué valores recibió de pequeño por parte de su familia? ¿Sabrá su familia dónde está y a que se dedica? ¿Si desapareciese, alguien se daría cuenta? ¿Cómo habría cambiado su vida si hubiera tenido la posibilidad de desarrollar la autoestima y la confianza en sí mismo? ¿Dónde estaría ahora si hubiera tenido la capacidad de gestionar correctamente sus emociones en todo momento, liberándose de bloqueos y traumas?...

Por un momento pasaron por mi mente diversas películas como Pygmalion, My Fair Lady, o incluso Pretty Woman, en las que se evidencia el cambio en las personas por el efecto de cambiar sus creencias respecto a sí mismas. Por supuesto, hay caminos mucho más simples y rápidos que los mostrados en las películas, pero debemos ser muy conscientes que nuestra vida es un reflejo de lo que creemos de nosotros mismos.

Este hombre que apareció en mi vida durante unos segundos en la mañana de hoy, es un reflejo de la programación que ha ido adquiriendo a lo largo de su vida. Si hubiera sido capaz de cambiar en algún momento esa programación, seguro que no estaría ahí haciendo lo que estaba haciendo.

Por lo general somos unos completos ignorantes al respecto de cómo manejar nuestra programación interior. Nos dejamos llevar por ella sin ni siquiera pensar en que tenemos la posibilidad de cambiarla, y además de una forma fácil y rápida.

Nadie más que nosotros mismos somos los responsables de la vida que tenemos, aunque por desgracia las decisiones que nos llevan a generar nuestra realidad las tomamos de un modo totalmente inconsciente.

El hombre que vi esta mañana no decidió conscientemente vivir del modo en el que lo hace. “La vida” lo ha conducido a esta situación. La pena (y la alegría) es que en todo momento, tanto él como cada uno de nosotros, tenemos la capacidad de cambiar esa programación que vamos adquiriendo de forma espontánea.

 

Ricardo Eiriz

Creador del Método INTEGRA, de transformación a nivel subconsciente, y autor de los libros “Método Integra”, “Escoge tu camino a la felicidad y el éxito”, “Un Curso de Felicidad”, “Apunta Alto” y “El Alma de la Salud”

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Comentarios

  • Somos muchos los que al pasar y encontrarnos con ese tipo de personas no nos detenemos, nos seguimos de largo perdiéndonos de las grandes experiencias y hazañas de esos seres  q tienen tanto q contar.

  • Me encantó Ricardo. Besos.

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