ESCALA TUS CONFLICTOS

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El pictograma chino para ‘yo’ deriva de una mano que empuña un arma. Y es que, aunque somos seres sociables por naturaleza, también nacemos listos para enfrentarnos a los demás. Tenemos que luchar por recursos escasos: desde la atención de nuestros padres, la comida sobre la mesa o la pasta de dientes compartida, hasta los recursos materiales de la empresa en la que trabajamos o el patrimonio que separamos tras un divorcio.

Donde hay dos personas, hay conflicto. ¡A veces entramos en conflicto incluso con nosotros mismos! Pero no hay duda de que algunas personas son más eficientes que otras en el manejo de los enfrentamientos. Algunas personas son capaces de conciliarse con sus contrincantes e incluso pueden crecer y florecer a partir de sus conflictos. Para quienes no lo hacen, los conflictos son fuente constante de cuestionamientos, frustración, enojo y rencor.

Por eso es tan importante aprender a manejar los conflictos: porque son inevitables, y porque de ellos sólo podemos salir fortalecidos o debilitados. Los conflictos pueden recrudecerse y tirarnos, o pueden impulsarnos a alcanzar lo que buscamos.

En muchas ocasiones intentamos salir de los conflictos cediendo un poco y pidiendo más; algo así como un regateo en el mercado. “Ni tú ni yo: vámonos a michas”. Cada hermano se come la mitad del último pedazo de pastel, el monto de la renta queda entre lo que inicialmente querían el arrendador y el arrendatario.

El problema con esta manera de resolver los conflictos es que en realidad no los resolvemos. Con frecuencia nos sentimos defraudados porque tal vez cedimos más de lo debido. Aun si nos sentimos satisfechos con lo que logramos en un regateo, o si pensamos que habríamos estado dispuestos a ceder mucho más, la verdad es que nunca sabremos si nuestra contraparte habría estado dispuesta a pedir menos que lo que le dimos. En el fondo, el conflicto se mantiene.

En otras ocasiones nos imponemos o esquivamos el conflicto. Esas estrategias tampoco son eficientes porque, lo mismo que el regateo, nos dejan descontentos. Quedamos en espera de represalias, o de un nuevo enfrentamiento; nos quedamos preguntando si quien nos mira desde el otro lado del espejo es el nuevo matón o la nueva gallina del barrio.

Pero hay mejores maneras de lidiar con los conflictos. Tomando una perspectiva más amplia, podemos ver intereses comunes en cualquier contienda. Salimos fortalecidos de los enfrentamientos cuando exploramos nuestras emociones y necesidades, y reconocemos las del otro; cuando dejamos de ver a nuestra contraparte como un adversario y comenzamos a entenderlo como un posible aliado en la solución de un problema.

Salimos fortalecidos de un conflicto cuando tenemos claros los elementos esenciales para satisfacer los intereses en juego, y trabajamos de manera creativa para construir soluciones conjuntas. De esa manera crecemos personalmente y alcanzamos acuerdos duraderos y eficientes.

En la familia, en el trabajo y en el condominio donde vivimos, los conflictos tienden escaleras con las que podemos subir o bajar. Son escaleras por las que podemos incluso despeñarnos. Escalar nuestros conflictos –o tal vez debería decir escalar por nuestros conflictos– requiere inteligencia emocional, creatividad y amplitud de miras.

Y aunque algunas personas parecen haber nacido con esas habilidades, la verdad es que todos podemos aprender técnicas que nos permiten escalar nuestros conflictos para convertirnos en mejores ‘yo’: manos que empuñan herramientas, en vez de armas.

Esta entrada fue publicada originalmente en el blog de Dalia Empower

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Acerca de la autora

Alina Bassegoda imparte la cátedra de Técnicas de Negociación Internacional en la Universidad Iberoamericana. Participó en el equipo de comunicación de la Presidencia Mexicana del G20 y encabezó por cerca de 10 años el sistema de educación a distancia del Instituto Matías Romero, la academia diplomática mexicana. Alina es Licenciada en Relaciones Internacionales por el Colegio de México y Maestra en Comunicación y Políticas Internacionales por la Universidad de Stanford.

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Comentarios

  • Hola Hilda, 

    Estamos de acuerdo. El proceso de metacognición es fundamental para convertir cada experiencia en aprendizaje. Aunque no siempre es fácil y no todos sabemos hacerlo. Gracias por tu comentario. 

  • Hola  lo más importante es que aprendamos de nuestros errores

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