Uno de los recursos más potentes que he propuesto para capitalizar los conflictos es la toma de conciencia y el manejo de lo que llamo Yo adulto y Yo primitivo. Constituyen otra forma de referirnos a nuestra parte más evolucionada y a la más salvaje.

Cuando surge un conflicto con el compañero y este se hace crónico, agriando el proyecto conyugal, te aseguro que es consecuencia de que estamos abordando la problemática bajo la conducción de nuestro Yo primitivo.

Si no hemos realizado un trabajo interno que expanda nuestra conciencia,   prevalecerá la parte primitiva sobre la adulta, tal como se hace patente en la siguiente metáfora que diseñé:

Hay mujeres que piensan que con un beso transformarán a su horripilante sapo conyugal en un encantador príncipe. Sin embargo, ya que lo han besado, no acontece la esperada metamorfosis, y entonces, en un sorprendente despliegue de tenacidad continúan besándolo durante algún tiempo tratando de lograr su objetivo. Poco tiempo después, el batracio marital se harta de ellas e intenta huir para impedir que lo sigan atosigando. No obstante, estas mujeres se las ingenian para acorralarlos después de una  persecución incesante.

Finalmente, un día, sin que hayan claudicado a su "misión imposible", uno de los forzados besos, en lugar de convertirlos a ellos en príncipes, termina convirtiéndolas a ellas en brujas.

 

Primera moraleja: Es infinitamente más fácil que un hombre encarnado en sapo extraiga a la bruja que habita en el interior de su esposa, a que ella transforme a su batracio conyugal en príncipe.

 

Segunda moraleja: Nunca intentes enseñar a recitar a un sapo por dos razones:

1) Porque no lo lograrás.

2) Porque nada más molestas al animal.

 

En general, la relación de pareja se encuentra en un preocupante estado de desnutrición y de toxicidad porque sin darnos cuenta hemos convertido al Yo primitivo en un acto reflejo que se activa con una sorprendente facilidad.

Este automatismo contagia o dispara el comportamiento inmaduro del cónyuge para sintonizarlo en el mismo nivel impulsivo y arcaico, de tal suerte que fabrica lo que llamo las cadenas o eslabones del Yo primitivo.

Para que reconozcas el poder engangrenante de este mecanismo, te ofrezco un ejemplo que observé en la terapia de pareja, y que se manifiesta como una grotesca danza que ejecutan dos personas, o como una obra teatral que escenifican  la mayoría de los matrimonios, la cual, como recurso didáctico, te presento dividida en actos para que podamos diseccionar sus interacciones en unidades que permitan presenciar con mayor claridad el protagonismo del Yo primitivo:

 

Un matrimonio crea constantes episodios borrascosos cuando se sube al automóvil del marido, quien suele conducir con brusquedad y excesiva velocidad, mientras ella responde con reproches hostiles.

Primer acto: Él sabe que su esposa se angustia y desespera cuando maneja con imprudencia; a pesar de esto, en cuanto se presenta la primera oportunidad rebasa a otros autos con sus usuales maniobras temerarias. Él está consciente de que ella reaccionará agresivamente, y aun así, inicia la destructiva pieza teatral del día con esa actitud provocadora que desencadenará la furia de la mujer (actúa con el Yo primitivo).

Segundo acto: Después de que él lanza el anzuelo a través de su conducta impertinente, ella decide morderlo para también aportar su parte y poder perpetuar la grotesca danza conyugal. En esta ocasión, harta del reiterativo comportamiento de su esposo, abraza frenéticamente a sus dos pequeñas hijas y le envía el siguiente misil verbal: "Hasta que no veas muertas a tus hijas no vas a dejar de manejar como un desquiciado" (actúa con el Yo primitivo).

Tercer acto: Él se indigna por el aberrante comportamiento de su esposa que lo exhibe como un despreciable monstruo filicida y reacciona gritándole que es una imbécil, una desgraciada que lo único que busca es traumar a las niñas con esos comentarios perversos (actúa con el Yo primitivo).

Cuarto acto: Ahora es ella la que se indigna y le contesta en el mismo tono violento, desatando un "tiroteo verbal con proyectiles de alto calibre" frente a sus "amadas" hijas a las que pretenden defender de las actitudes destructivas del cónyuge (actúa con el Yo primitivo).

Quinto acto: Después de este zafarrancho oprobioso, los ofendidos esposos optan por dejarse de hablar durante algunos días como represalia de las infamias de las que fueron víctimas por parte del desalmado cónyuge (actúan con el Yo primitivo).

Sexto acto: Una semana después, el hombre interrumpe el paréntesis de agresión silenciosa gritándole a ella que nunca va a olvidar la atrocidad que cometió con él al insinuarles a sus hijas que pretendía destruirlas y amenazándola de que ese atrevimiento le costará muy caro (actúa con el Yo primitivo).

Ella le contesta que además de ser un cínico y un loco, es un cobarde que la responsabiliza del infierno familiar que él mismo genera, con lo que se enfrascan de nuevo en otra frenética e interminable batalla campal (actúa con el Yo primitivo).

 

 Haciendo un análisis del caso anterior, podríamos concluir que representa,  tanto la victoria estrepitosa del Yo primitivo, como la derrota vergonzosa del Yo adulto.

Lo más triste del asunto es que dicho ejemplo es una muestra representativa de lo que  ocurre en la mayoría de los matrimonios, aunque estos episodios  se presenten con diversas texturas, matices e intensidades.Los pocos éxitos que exhiben los proyectos conyugales evidencian la hegemonía del Yo primitivo sobre el Yo adulto; por lo tanto, si queremos revertir el fracaso de la pareja, tenemos que empezar por fortalecer al Yo adulto y desmantelar al Yo primitivo.

Por otra parte, podemos afirmar que este triunfo del Yo primitivo significa un duro golpe a nuestro ego, y que hasta el momento le da la razón a la incendiaria afirmación de Freud de que las personas no somos tan racionales como suponemos y que  estamos dominados  en gran medida por fuerzas irracionales.

Al respecto Samael Aun Weor señalaba: "Siempre hemos pensado que el hombre es el rey de la creación; el animal intelectual hasta el momento presente no ha demostrado ser siquiera rey de sí mismo; si no es rey de sus propios procesos psicológicos, si no puede dirigirlos a voluntad, mucho menos podrá gobernar la naturaleza".

Yo agregaría que si no puede gobernar sus emociones no puede aspirar a ser tampoco el monarca de la vida amorosa.

Por lo tanto, para transformarnos en guerreros sabios racionales y sensatos, es indispensable que demos el primer paso, reconociendo con humildad que somos seres proclives a la irracionalidad.

Si no admitimos esta dolorosa realidad, jamás podremos superarla y seguiremos siendo sus impotentes súbditos.

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Comentarios

  • Si hemos de ser elementalmente racionales, debemos tomar en cuenta que cerebros sometidos a miles y miles de horas de mensajes desquiciados casi ininterrumpidos procedentes de todas direcciones a lo largo de casi toda su vida no pueden menos que darle al mundo exactamente la forma que tiene. Quienes más saben hacen lo que quieren con los que menos, así se estila por estos lares desde tiempos remotos.

  • Las únicas que podemos cambiar somos nosotras, jamás esperes que el otro cambie.  O aceptas a la persona tal y como es y eres feliz así, o si sus defectos verdaderamente te causan demasiado conflicto, ¿qué haces en esa relación? ¡Aléjate!   Pero muchas veces, si tú cambias y evolucionas puede que cambie la otra persona también al ver tu trabajo personal.

  • Esto me ha llevado a lo que siempre he pensado, en ¿PORQUE CAMBIAR A LAS PERSONAS? es mejor aceptarlas, ya que de todos podemos aprender algo de ellos (as) 

  • Estimado Rubén González

    Hola!!!

     

    Su tema me ha hecho reflexionar mucho y le doy mi más sincero punto de vista:

     

    Las emociones pueden ser tan primitivas y  sumadas a la violencia, sufrimiento y acelere que caracteriza a nuestra sociedad neurótica se convierten en tóxicas. No hemos comprendido que el odio que se ve durante el KUN FU MARITAL nunca cura... Si el matrimonio es trabajo porque los conyugues no se dan vacaciones forzosas uno del otro una vez al año por lo menos, y de una semana.

     

    Es cultural que la mujer atosigue a un hombre porque se nos ha enseñado que aún la  mujer más pasiva  debe aspirar a provocar fascinación y aojamiento en su hombre para que nadie se le acerque –sobre-todo-. Rogarle a un hombre, chantajearlo, embarazarse a propósito aun entrados los años, y;  acorralarle con atenciones y sobre todo admiración es una arma de la adoración muy extendida entre nuestros usos y costumbres. El hombre idealizado en príncipe puede darse el lujo de tener modales de batracio. En este punto se normaliza el caos y en una especie de nacionalismo y patriotismo exhaltado con fervor religioso se enajena la imagen y el cuerpo del otro y se convierte en un lienzo sagrado, ungido el Mesías luce como Príncipe Erótico. ¿El Monopolio de mi sapo como un falso positivo?.

     

    ¿Le pedimos perlas a la virgen?

     

    Si cambian los hombres a gusto de su mujer, a  mi parecer  es para convertirse en niños –regresión a estadios infantiles-... La mujer aspira y suspira que su marido dependa al 100% de sus cuidados maternales -así nunca le dejara- El hombre convertido en niño es más fácil de manipular –lactante del pecho hedónico-. Yo creo que sí existe también el sometimiento masculino a causa del machismo feminista, de aquí nace el hombre feminizado...¡¡¡Claro, él la  descalificara en sus pocos momentos de lucidez  como BRUJA!!! Se imagina una medusa maldita llena de falos en la cabeza que con su simple mirada lo hará de piedra. Pero,  desde una  óptica infantil de caricaturas, cuentos, aparecidos, mitos, leyendas  y épicas de mini-ficción que podrían llamarse “EL NIÑO QUE PONE EL COCO Y LUEGO LE TIENE MIEDO”. ¿Las mujeres/esposas presuntas culpables de infanticidio y comics?

  •  

    Yo siempre me he preguntado; ¿Quién de ambos tiene más hambre de protagonismo teatral?, o será que ¿Todos tenemos un dueño y un perro?.

     

    Nota.- Sólo cabe recordar que hay perros que deguellan a sus amos.

     

    Yo definiría las peleas como actos de independizarse de la sumisión pero que al final nos llevan a un circulo vicioso “la alta tensión”....“¿me he de comer esa tuna aunque me espine la mano –y después me tape-?“

     

    El Amor  y el Poder son búsquedas diferentes, ¿No lo sabes, acaso?  “El gigantesco e irracional proceso de ensayo y error”

     

    Definitivamente ni el amor ni el matrimonio es el problema, es el monopolio como padre de todos los vampiros chupasesos del amor, el masoquismo pero sobre todo el aburrimiento que puede provocar el hecho de verse vivir recíprocamente el uno para el otro lo que provoca estrés extremo.

     

    Freud dice  que las personas no somos tan racionales como suponemos y que  estamos dominados  en gran medida por fuerzas irracionales...yo sumaria que es a causa del cautiverio de pareja que nosotros mismos promovemos el que trae miopía, sumado al hecho de que el que se enamora es el inconsciente.. Formar mujeres y hombres que piden permiso –incluso- trae a la larga una carga explosiva de dimes y diretes y hasta golpes. Para aspirar y suspirar a ser el monarca de la vida amorosa en casa también hay que salir de ella. ¿Qué tal un pokar con los amigos o cualquier actividad independiente de nuestro gorila emocional; variar de amistades, gustos, deportes, horarios, carrera y  hasta religión?

     

    Nuestro  trabajo es liberarnos de todos lo negativos, es decir; “no hemos nacido sólo para nuestras familias”.

     

    ¿El hombre feminizado y no el  príncipe es el  resultado de su bruja?  ¿O, simple visión doble?

     

    GRACIAS por compartirlo y saludos cariñosos

     

    Fabiola Guerra Ugalde

  • De nuevo, tus comentarios quedan como anillo al dedo.  He conocido parejas cuyas relaciones hacen que "La guerra de los Roses " quede como un cuento infantil.  Mis propios padres me usaban de "proyectil psicológico" para hacerse reproches uno al otro. Y creo que la mayoría ha vivido situaciones de como las que describes en mayor o menor grado, ya sea en carne propia o como espectador.  Realmente necesitamos evolucionar pues es la historia sin fin, los hijos, como en el caso de la pareja que relatas, acaban imitando lo que vivieron en su hogar.  Excelente artículo, en verdad me encanta lo que escribes. Muchas felicidades y gracias por hacernos recapacitar acerca de todo esto.

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