EL ARTE DE NO AMARGARSE LA VIDA

Por Mónica Maristain, especial para Planeta Ellas

Perseguir demasiado la seguridad no es bueno”, dice en entrevista con PlanetaEllas el psicólogo cognitivo Rafael Santandreu.

La vida y el universo no son muy estables y, por otro lado, tampoco necesitamos tanta seguridad. La estabilidad, en la búsqueda de una fortaleza emocional, resulta una ficción. Siempre digo que la seguridad es como un chocolate: en dosis pequeñas, está bien, en dosis grandes es contraproducente”, afirma el autor de El arte de no amargarse la vida (Oniro).

Para el autor, las claves del cambio psicológico y la transformación personal, se encuentran en la posibilidad de aprender a pensar de una forma más eficaz.

“La principal distorsión cognitiva consiste en tomarse todo a la tremenda y anticipar desgracias”, afirma el psicólogo, cuyo libro ha llegado en España, donde nació hace 42 años, a la décima edición, con una venta de 50 mil ejemplares en 5 meses.

El autor está convencido de que las personas adquirimos miedos por vivir de una forma “contra natural”.

“Si nosotros, como los indios americanos o del Amazonas, nos sintonizamos con la naturaleza a la que pertenecemos, perdemos todos los miedos. Viniendo desde Madrid a ciudad de México, coincidí con una chica que tenía miedo a volar. Mi consejo fue: cada vez que tomes un avión, di esto: si me muero, me muero”, explica Santandreu.

“La muerte es natural, normal. Pensar que te puedes morir en cualquier circunstancia, es pensar en forma natural y eso, sin dudas, elimina los miedos”, agrega.

Pensar o vivir en forma artificial, según el profesional, genera un sinfín de miedos que nos impide existir con plenitud.

-       ¿Qué significa vivir antinaturalmente?

-       Significa crear universos mentales, irreales y emperrarse con la que la realidad debe ser así. Por ejemplo, pensar que todo el mundo me debería tratar bien todo el tiempo. Hombre, sería muy bonito vivir en un sitio donde todos son amables, pero es absurdo. ¿Y sabes qué creo?, que ni siquiera sería tan bonito. Las cosas son como son y está bien que sean así. El sustrato de todas las neurosis es usar mal la fantasía. Crear ficciones y luego creer en ellas.

-       ¿La amargura puede ser un rasgo del carácter?

-       Sí, hay cierta genética del carácter que nos hace más proclives a amargarnos la vida, pero eso se puede modelar con un esfuerzo intenso, es verdad y sobre todo decidido. Siempre digo que es como aprender un idioma: hay que ir a clases, hacer deberes cada día y perseverar mucho. Haz de revisar tu diálogo interno. Hay que ser, además, muchísimo menos exigente con uno mismo y con los otros.

-       Hay quienes quieren cambiar, pero vuelven a los viejos errores…

-       Diría que esa persona lo intentó mal y que no tenía una buena guía. Vale la pena hacerlo, porque siempre hay años preciosos por vivir. Tengo pacientes de más de 70 años. Por ejemplo, ¿por qué una persona de 70 años no puede aprender inglés?, si se disfruta un montón aprendiendo un idioma. Hay que quitarse la idea de que la edad limita. Uno de mis referentes en el libro es Stephen Hawking. Él dice, por ejemplo, que quejarse es una forma inútil de perder el tiempo. “Siempre hay salida de cualquier agujero negro, pues no hay mayor agujero negro que aquel en el que me encuentro y sin embargo soy feliz”, es lo que dice.

-       ¿Qué lugar ocupa el humor en el intento de no amargarse la vida?

-       Es una herramienta muy buena, pues es un gran “desterribilizador”. No sirve de nada exagerar la realidad porque eso agranda la adversidad.

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