En un capítulo de mi libro El caracol dorado, Nicolás está a punto de despedirse de su tío, cuando este le pregunta:
– ¿En qué piensas? (…) Te dejaré a la salida de la ciudad, donde empieza la inmensidad.
– Pienso… que no tengo ni idea de la ruta que debo tomar.
– ¡Qué buena noticia! ¾exclamó mientras bordeábamos el Río Negro, que reflejaba de forma irreal la luz del mediodía.
– ¿Me tomas el pelo, tío? ¿Dónde ves tú la buena noticia?
– Cuando no tienes ninguna ruta, la vida te regala todos los caminos.
Muchas depresiones tienen su origen en una vida tan previsible y limitada a la zona de confort, que la persona se vuelve temerosa y acaba sintiéndose muerta en vida. Es bueno y humano buscar seguridad, pero necesitamos un poco de incertidumbre para dar lo mejor de nosotros como seres creativos.
Por eso a veces es una buena noticia no saber adónde vamos, como dice el tío de Nicolás, porque eso significa que tenemos carta blanca para vivir.
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