DIVERSIDAD

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El cambio está a la vista y no hay vuelta de hoja. La mujer se está convirtiendo en pieza clave de los negocios exitosos. El estilo de liderazgo en el Siglo 21 es incluyente, porque quienes ponen en práctica su visión empresarial, saben que la inclusión femenina representa un plus para poder competir.

Si bien aún falta mucho por hacer para consolidar la equidad en este ámbito, las reglas están cambiando, y quienes forman parte de un consorcio, empiezan a reconocer que ignorar el talento que ofrecen las profesionales de nuestro tiempo, significa la ruina.

Hay un punto clave que no se puede pasar por alto: la mujer es ya la principal compradora de productos que ofrecen múltiples empresas, y nadie mejor que ella, para entender y conocer las necesidades de su propio género. Varios corporativos importantes a nivel mundial, aseguran  que el 80% de sus consumidores, son mujeres. ¿Por qué entonces no mirar hacia nosotras como fuente de riqueza, de desarrollo, y de crecimiento?.

Se dice que somos el sexo débil, y que no rendimos igual porque tenemos que partirnos en mil, pero hemos demostrado que ni somos débiles, ni rendimos menos, porque tenemos una disciplina, una capacidad de organización y un sentido de la responsabilidad más que probados.

La mujer del Siglo 21 se ha impuesto el reto de cursar una carrera profesional y ahora ocupamos el 57% de graduados a nivel mundial. Sabemos que la preparación es fundamental para competir y ganar los codiciados espacios de alto nivel que hasta hace muy poco se destinaban exclusivamente al sexo masculino. Para lograrlo, nuestro esfuerzo es doble, porque tenemos que demostrar que nuestro conocimiento y capacidad de liderazgo son fundamentales para el desarrollo de cualquier negocio.

No se trata de pelear sino de conjuntar talentos. Mezclar como en una receta de cocina, los mejores ingredientes masculinos y femeninos para ofrecer el mejor producto.

El talento no tiene sexo, así que para un buen empresario, lo importante debe ser la calidad del desempeño profesional y no el género al que pertenezca.

No se puede crecer con una mentalidad primitiva que ante una vacante ofrece la oportunidad de obtener el puesto a una mujer y ¡a seis hombres!. La desventaja es enorme, y lo increíble es que quienes mantienen esta política empresarial, no se dan cuenta que con esa actitud, el desenlace de su negocio puede ser fatal.

Diversidad es entonces la fórmula ganadora. Nosotras estamos dispuestas a ser parte activa de este cambio y ya nada nos va a detener. Valoramos las habilidades masculinas, y sabemos que son parte fundamental del engranaje empresarial, pero no estamos dispuestas a bajar la cabeza cada vez que perdamos una oportunidad, por el solo hecho de ser mujer. Si ellos son hábiles para desenvolverse en el mundo de los negocios, nosotras también tenemos mucho que dar. Somos creativas, persuasivas, intuitivas, y ¡tenemos don de mando!. Somos independientes, y capaces de satisfacer todas nuestras necesidades. Tenemos la libertad de decidir si queremos una vida en pareja o en solitario, y también la audacia para hacernos indispensables en los centros de trabajo que tenemos en la mira.

Estamos decididas a defender nuestro lugar. Los primeros pasos están dados, y nos queda claro que no hay futuro sin diversidad. Son ya muchos los líderes que han decidido construir con gran éxito el equilibrio de género en sus equipos. Hay empresas que lo saben bien, y por eso se han impuesto la meta de establecer un balance efectivo y ganador a través de la equidad de género: 50% hombres y 50% mujeres. ¡Esa es la llave que abrirá en el futuro próximo las puertas de la prosperidad!. La mesa está puesta. ¡No hay por qué esperar más!.

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