DELFINES Y CULTURA

 

A través de la historia, resalta la gran y contrastante diversidad de interpretaciones o creencias del ser humano, en torno a los animales.

Lo mismo los ha divinizado para explicarse el más allá y asociarlos a ritos que favorecen sus cosechas y alimentación, que condenarlos debido a supersticiones, prejuicios o a la ignorancia sobre su naturaleza y comportamiento.

Pero sobre todo, los ha venido estudiando por siglos tratando de entenderlos mejor y apreciarlos más.

En nuestros días, incluso contamos ya con verdaderos acervos científicos ligados a la conducta de algunas especies. Y no me refiero a la cría como tal de aves y cuadrúpedos que son fundamentales para nuestra alimentación, llámense gallinas, vacas o abejas. Aludo, en especial, a una especie fascinante y todavía llena de enigmas, como es el caso de los delfines.

Viene a propósito mi comentario, por el amplio artículo que publicó la extraordinaria revista de divulgación científica y cultural (en el sentido más amplio del término) que es National Geographic, en su número de Mayo de 2015, acerca del tema de los delfines.

El texto, además de revelarnos las más recientes investigaciones que se han desarrollado en torno a la vida de tan sorprendente, hermosa y entrañable especie animal, ya sea en libertad o cautiverio, nos alecciona y abre nuevos horizontes de conocimiento, que iremos comprobando en el futuro inmediato, pues el debate está aún abierto, dado que existen estudios que se confrontan en cuanto a sus conclusiones.

En verdad, apreciadas lectoras y lectores, no debieran dejar de leerlo, por la profundidad, riqueza de su contenido y amenidad.

 Por lo pronto, nos sigue impactando la comunicación que establecen entre ellos, su sociabilidad, el tamaño del cerebro en proporción a su cuerpo, la capacidad para resolver problemas, y así otras muchas cuestiones.

En mi caso, me inclino a pensar en que son inteligentes, amistosos y que en su conjunto representan, si se me permite la licencia, una cultura en sí, maravillosa, ejemplar y digna de toda nuestra protección para preservarla, entenderla y atenderla.

Por ejemplo baste tener aquí presente la ruindad e irresponsable manejo del acuario “Atlantis”, ubicado en la tercera sección de Chapultepec, la cual apenas en fecha muy reciente quedó clausurado, por el abandono y maltrato a los delfines y lobos marinos que detentaban los permisionarios, y que hoy venturosamente empiezan a ser rescatados y ubicados en otros centros marinos. Sin olvidar, tantos latrocinios cometidos por embarcaciones pesqueras de algunos países que los trituran y empacan con avidez comercial y violando normas internacionales.

Confabulémonos entonces para defender y agrandar el reino animal, con mayor razón en el caso de los delfines que parecen tener inteligencia y sentido solidario.

 

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