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Cuando los años empiezan a contar, y para muchas a pesar, ¡hay que cambiar el chip, y darles la bienvenida con optimismo!. Y es que como todo, los años tienen su chiste, y mientras más cumplimos -si queremos-, podremos encontrarle muchas ventajas a la madurez. ¡Adiós a las múltiples responsabilidades asumidas en la juventud!; ¡bienvenida la libertad!; esa que nos permite hacer de nuestro tiempo lo que tanto hemos querido, y que por múltiples razones hemos tenido que dejar suspendidas en un compás de espera. Retomemos nuestros sueños, démosle valor a la diversión, hagamos un espacio al amor, a la amistad, a la lectura, al arte, a hechos tan simples como decidir pasar un día entero en casa sin importar si nos quedamos en pijama, o si nos saltamos el desayuno para regalarle más horas a Morfeo. Son nuestros años, y podemos llenarlos de todo aquello que tanto nos gusta sin pedir permiso, sin sentir culpa, porque nos ganamos a pulso el derecho de hacer de nuestra vida lo que mejor nos parezca.

Acéptate como eres, conócete más, come sano y camina, y algo más, ¡llegó el momento de deshacerte de lo que no usas!; de todo aquello que has acumulado durante años, y que ahora te darás cuenta, no sirve para nada. Quédate con lo que realmente necesitas, y ¡vive la vida! No dejes de sonreír en la madurez, ni dejes ¡de cometer nuevos errores!, porque rectificar nos permitirá seguir creciendo internamente, y a sentirnos más plenos en todos sentidos.