¿CUÁNTO CAMBIAMOS A LO LARGO DE LA VIDA?

La mayoría creemos que nuestra personalidad no cambia mucho con el tiempo, según expertos cambia  mucho más de lo que pensamos.

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Pese a tener evidencias de cómo nuestra personalidad, preferencias y valores han cambiado con el paso del tiempo, las personas tienden a creer que no variará en el futuro. Pero nuestro ego no permanece inalterable y uno de los aspectos que más fluctúa es la autoestima.

“No puedo cambiarlo, es mi forma de ser…”, ¿Que quieres que le haga? “yo soy así”. Lo afirman muchas personas para dar a entender que sus ideas, actitudes y conductas son algo muy estable, casi una impronta genética grabada en su ADN, como el color de los ojos o la tendencia a engordar.

Todos sabemos que al llegar al periodo adulto no somos los mismos que cuando éramos adolescentes,  aunque creemos que nuestros gustos y convicciones básicos no han variado demasiado y así seguirán.

Las investigaciones psicológicas demuestran que las personas cambian mucho más de lo que lo ellas creen, confirmando que la personalidad humana es sumamente compleja y se parece más al maleable oro que al rígido acero.

Ilusión del final de la historia

La revista Science publicó un estudio sobre la maleabilidad humana, que describe la denominada “ilusión del final de la historia” (IFH). Se trata de uno de los autoengaños más frecuentes: aquel que sufre la mayoría de la gente al pensar que su personalidad no cambiará con los años, pese a tener evidencias de que ello ha ocurrido en el pasado.

Los investigadores de tres universidades se  plantearon esta pregunta: ¿Por qué todo el mundo toma tan a menudo unas decisiones de las que después se arrepiente?

Al  realizar un estudio para responderla, descubrieron que todos sufrimos una confusión sobre la naturaleza de nuestro yo futuro y subestimamos seriamente el poder del paso del tiempo en lo referente a la transformación de nuestros valores, preferencias y personalidades.

“Se tiende a tratar erróneamente el presente como una línea divisoria o un momento decisivo en el que uno se convierte en la persona que será el resto de su vida”, según el estudio de Daniel T. Gilbert, de la Universidad de Harvard; Jordi Quoidbach, del Fondo Nacional de Investigación Científica de Bruselas; y Timothy D. Wilson, de la Universidad de Virginia en Charlottesville.

En esto consiste básicamente la IFH, una actitud que, según estos investigadores, puede llevar a no tener en cuenta los futuros comportamientos y preferencias.

“Tanto los adolescentes como los abuelos parecen creer que su ritmo de cambio personal se ha detenido y que se han convertido en las personas que seguirán siendo para siempre. Sienten que su historia está acabando hoy mismo”, de acuerdo a Gilbert, Quoidbach y Wilson.

Subestimamos lo mucho que podemos cambiar

Estos psicólogos experimentales midieron la personalidad, valores y preferencias de más de 19 mil personas, mujeres y hombres, que tenían entre 18 y 68 años de edad.

Les preguntaron sobre sus preferencias y gustos actuales en distintas áreas, como música, comida,  aficiones y amistad, si éstos eran iguales o diferentes de los que tenían hace diez años y si creían que serían los mismos o cambiarían dentro de una década.

Según los autores, las personas “tienden a subestimar cuánto cambiarán a medida que cumplan años, porque quizá opinen que su personalidad presente es atractiva y sus preferencias son sabias, lo que les impide pensar en la posibilidad de cambiar, o porque tal vez crean conocerse muy bien a sí mismas y que un cambio en el futuro puede amenazar esa creencia”.

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