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Los datos y referencias obtenidos en diferentes investigaciones, propias y ajenas, apuntan a que mientras existan necesidades humanas, del tipo que sea, se plantearán valores como determinación de aquello que las satisfaga. Estos valores podrán ser explícitos o implícitos, conscientes o inconscientes. Vivir sin valores resulta absurdo. Lo que si parece habitual es que estos valores se encuentren en conflicto entre si, cuando no se logra una coherencia interna suficiente, a la vez de generar conflictos con valores de otras personas o del entorno social en que se viva. Aquí podemos encontrar la verdadera crisis de valores, que puede llegar incluso a mostrarse con apariencia nihilista, por el efecto de contradicción invalidante que pudieran ejercer unos valores sobre otros, en ciertas sobresaturaciones conceptuales o superficialidad e ignorancia que nos acosa, con diferentes disfraces;  podría verse en la raíz misma del fenómeno social del “pasotismo” o indeterminación axiológica, al que suele denominarse "crisis de valores" o conflicto de creencias. Si queremos ser felices debemos resolver nuestras contradicciones y lagunas internas; no es suficiente con tratar de "borrar" o ignorar lo que consideramos "malo". Es hora de abandonar la confusión entre "valor y precio", para dejar de "vender nuestra alma" al mejor postor, aunque sólo sea por estupidez, ignorancia o descuido.