CRISIS DE VALORES

¿POR QUÉ SE HABLA TANTO DE CRISIS DE VALORES?

Dr. Juan Antonio López Benedí
juanbenedi@gmail.com

RESUMEN Y PALABRAS CLAVE
Este artículo tiene como objetivo reflexionar sobre la educación en valores. Su orientación es teórica y se encuentra respaldada por la investigación llevada a cabo en la tesis doctoral “La educación en valores desde la hermenéutica de los mitos y las leyendas: el vellocino de oro”. Las conclusiones de la tesis apuntan, primero, a que existen carencias en la educación actual, relacionadas con las posibilidades de establecer vínculos afectivos motivadores para la educación en valores. En segundo lugar, se concluye que el empleo de los mitos y las leyendas, como referentes didácticos, puede facilitar la empatía necesaria para el trabajo con los valores en el aula. Esta reflexión nos lleva a entender por qué se produce la llamada “crisis de valores” y ofrece unas propuestas de solución.

Palabras clave
Educación en valores, didáctica, mitos y leyendas, hermenéutica, formación del profesorado.

ABSTRACT & KEY WORDS
This article aims to reflect on values education. Its orientation is theoretical and is backed by research performed in the doctoral thesis “Education in values from the hermeneutics ofthe myths and legends: the golden fleece.” The conclusions of the thesis suggest, first,that there are gaps in current education opportunities related to bond motivators for education in values. Second, we conclude that the use of myths and legends, such asteaching references, can provide the necessary empathy for working with values in the classroom. This leads us to understand why there is socalled “crisis of values” and offer ssuggested solutions.

Key words
Values education, teaching, myths and legends, hermeneutics, training teachers.

¿Crisis de valores?
Lo que nos sugiere J. Binde (2005) es que se habla tanto de crisis de valores porque si no se toman ya las medidas oportunas, nuestro planeta, la especie humana y la civilización están condenados a desaparecer. Por ello se hace necesario configurar un nuevo contrato social, sentar las bases de una ética para el futuro. En este sentido, desde la UNESCO, se preguntó a quienes generan un cierto peso en la comunidad internacional1. Tal como lo señala su director general, Koichiro Matsuura en el prólogo de la referida obra, “la crisis por la que atravesamos no es una crisis de valores en sí, sino del sentido de éstos y de nuestra aptitud para gobernarnos y orientarnos”.
Deberíamos entender, por tanto, que la crisis de valores no consiste en una ausencia de éstos sino en una desorientación frente a qué rumbo seguir en la vida y qué valores tener como referencia para lograrlo. Los valores no entran en crisis. Mientras algo satisfaga nuestras necesidades o nos proporcione placer o bienestar, ese algo nos servirá como referencia de valor y no estará en crisis. Por otra parte, si no satisface nuestras necesidades, por más que otros lo proclamen, no tendrá para nosotros ningún valor.
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1 Participan en el libro “¿Adónde van los valores?”: George J. Annas, Arjun Appadurai, Mohammed Arkoun, Adalberto Barreto, Jean Baudrillard, Hélé Béji, Aziza Bennani, Jérôme Bindé, Denise Bombardier, André Brahic, Fay Cheng, Jacques Delors, Jacques Derrida, Meghnad Desai, Souleymane Bachir Diagne, Thierry Gaudin, Nadine Gordimer, Jean-Joseph Goux, Claude Hagège, Ryuichi Ida, Jeliou Jelev, Axel Kahn, Paul Kennedy, Julia Kristeva, Michel Maffesoli, Victor Massuh, Koichiro Matsuura, Achille Mbembe, Elikia M’Bokolo, Candido Mendes, Luc Montagnier, Edgar Morin, Salikoko Mufwene, Thomas Odhiambo, Eduardo Portella, Nicolas Prantzos, Paul Ricoeur, Jeremy Rifkin, Francisco Sagasti, Pierre Sané, Michel Serres, Daryush Shayegan, Peter Sloterdijk, Roger Sue, Jacques Testart, Trinh Xuan Thuan, Mostafa K. Tolba, Alain Touraine, Gianni Vattimo, Wolfgang Welsch, Edward O. Wilson.

Retomando algunas de las consideraciones que nos plateábamos en el marco teórico de la investigación desarrollada en la tesis doctoral “La educación en valores desde la hermenéutica de los mitos y las leyendas: el vellocino de oro”1, en relación con la reflexión que nos ocupa, podríamos entender que la crisis de valores guarda relación con la sobresaturación de información, conocimientos y creaciones intelectuales que nos van cubriendo, individual y colectivamente, con un cierto velo transparente y fino, generador de perplejidad e incapacidad para orientarnos con rumbos claros, generados desde la coherencia cerebro-corazón.
Por ello mismo, siguiendo a G. Lakoff y M. Johnson (2009), podremos aprovechar las metáforas y alegorías sugeridas por mitos y leyendas para revitalizar, construir o crear rumbos de valores humanos que nos ayuden a encontrar respuestas en nuestro momento social, desde la educación y formación del profesorado.

Inadecuación entre valores existentes y fines planteados por diferentes grupos
Si no conseguimos ajustar de forma coherente la satisfacción de necesidades de unos grupos o personas en relación con los otros, es decir, generar coherencia entre las múltiples referencias de valor existentes, seguirá habiendo conflictos de intereses que generen enfrentamiento. Las conversaciones mantenidas con los expertos entrevistados, así como las opiniones recogidas en diferentes debates y foros, que se presentan y analizan en la investigación, nos orientan hacia la idea de que mientras haya una diversidad ideológica, ética y cultural en conflicto, con valores contrapuestos o incompatibles, se seguirá hablando de crisis de valores.
Por otra parte, los datos y reflexiones encontrados a lo largo de nuestra investigación parecen respaldar y coincidir con las propuestas de G. Lakoff y M. Johnson (2009). Siguiendo el curso de nuestras visiones convergentes, concluiríamos que se precisa de una orientación metodológica diferente, como la que se trata de establecer a partir de la investigación referida, conscientes de que no caben recetas fáciles, a la vez que también se aceptan las propias limitaciones y restricciones metodológicas, por lo que resulta imprescindible seguir trabajando, investigando, en la línea propuesta.
Se trata de una cuestión de base. Mientras haya necesidades diferentes en las personas o grupos sociales, con orientaciones de satisfacción contrapuestos, el conflicto existe, existió y existirá, según nos dejan ver los datos y opiniones consideradas. Ahora bien, desde las sugerencias que nos ofrece E. Cassirer (1985), podemos deducir que hay ya una orientación propuesta y dirigida hacia esta comprensión de los principios formativos de los imaginarios colectivos, en la que se hace preciso insistir en este carácter ajeno a ideologías y creencias predeterminadas,
para favorecer la integración de todas las orientaciones que guían o nutren a quienes hoy participan en la educación en valores, dentro de nuestra sociedad compleja y plural. Siendo este asunto una cuestión esencial o categorial humana, existirá con independencia del tiempo, la zona geográfica o la denominación socio-política correspondiente. Así ha quedado visto en los resultados y opiniones recogidas entre personas de diferentes nacionalidades y localizaciones geográficas.

¿Es posible vivir sin valores?
 Los datos y referencias obtenidos apuntan a que mientras existan necesidades humanas, del tipo que sea, se plantearán valores como determinación de aquello que las satisfaga. Estos valores podrán ser explícitos o implícitos, conscientes o inconscientes. Vivir sin valores resulta absurdo. Lo que si parece habitual es que estos valores se encuentren en conflicto entre si, cuando no se logra una coherencia interna suficiente, a la vez de generar conflictos con valores de otras personas o del entorno social en que se viva. Aquí podemos encontrar la verdadera crisis de valores, que puede llegar incluso a mostrarse con apariencia nihilista, por el efecto de contradicción invalidante que pudieran ejercer unos valores sobre otros, en esa sobresaturación conceptual que veíamos antes y podría verse en la raíz misma del fenómeno social del “pasotismo” o indeterminación axiológica. Parece necesario, por lo tanto, crear un marco de referencia y debate crítico, lo suficientemente rico en sugerencias y motivación, para que cada persona, según las circunstancias y problemáticas propias de cada etapa evolutiva, vaya generando su propia esfera dinámica de valores, en una autogestión interactiva, enriquecedora y respetuosa con los valores ajenos. Tal proceso estaría en convergencia con las sugerencias que encontrábamos a partir de F. Nietzsche (1987), hacia su propuesta de genealogía o gestación de valores. Para ello, entendemos que la alternativa de presentar escenas concretas de la leyenda de los Argonautas u otras, como base referencial, favorece tal debate crítico orientado desde tales escenas posibilitadoras de valores ya explorados y no ejemplarizantes.
La estructuración de valores, en su dinámica evolutiva, debería considerarse desde el propio debate natural motivado en el aula, en coherencia con lo planteado antes. La evolución, por tanto, no ha de llegar desde fuera, por imposición normativa abstracta, sino que debe irse gestando en forma orientada dentro de los cauces establecidos para la sesión pertinente en el aula, sin que tales cauces sean cerrados. En este punto, la maduración y el trabajo personal de quien dirige la clase aparece como elemento fundamental. Si sus criterios se encontraran demasiado condicionados por una ideología determinada, de tipo religioso o político, tendería a generarse un sesgo discriminatorio hacia otras ideologías, creencias o culturas que impediría una
integración y enriquecimiento maduro, por parte del alumnado. Por ello mismo parece imprescindible que tal entrenamiento se genere en la formación del profesorado, de forma previa a su aplicación en el aula.
En este sentido, entendemos que la colaboración entre padres y profesores no sólo es posible sino que sería deseable. Así apuntan las reflexiones propuestas por Victoria Camps (2008), con las que entramos en plena resonancia. Por ello, las recomendaciones planteadas en relación con la formación del profesorado habrían de ser extensivas a la familia, dentro del marco de referencia de las “escuelas de padres”.
La influencia del entorno escolar y familiar, a la vista de lo considerado, parece ser dinámico. Se aprecia una mayor incidencia en la infancia y en relación con elementos vinculados con los sentidos, las experiencias asociadas a los afectos positivos o negativos, jerarquizados según el grado de intensidad de los mismos. En la sociedad actual, los programas de televisión, video-juegos, películas cinematográficas y canciones populares van ganando terreno sobre los relatos puramente literarios. Por otra parte, las consideraciones abstractas o normativas que no se vinculan directa o indirectamente con los recursos anteriores tienden a reducir su grado de influencia en la construcción de los valores personales.

BIBLIOGRAFÍA CITADA
 Binde, J. (2005). ¿Adónde van los valores? París: Unesco, Icaria.
Camps, V. (2008). Creer en la educación. Madrid: Península.
Cassirer, E. (1985). Filosofía de las formas simbólicas. México: Fondo Cultura Económica.
Lakoff, G. y Johnson, M. (2009). Metáforas de la vida cotidiana. (1ª edición 1986). Madrid: Cátedra.
Lopez Benedí, J.A. (2012). La educación en valores desde la hermenéutica de los mitos y las leyendas: el vellocino de oro. Tesis doctoral. Universidad Autónoma de Madrid. https://repositorio.uam.es/handle/10486/7851
Nietzsche, F. (1987). Así hablaba Zaratustra. Madrid: Alianza.

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