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Este fin de semana impartí junto con Victor Portela el curso "Yo Decido Cómo me Siento", una experiencia muy interesante ya que hablamos de los paradigmas que tenemos, las emociones que nos generan y cómo esto resulta en nuestras actitudes ante la vida.

Nuestra vida entera la basamos en nuestros paradigmas, creencias, juicios y formas de ver la vida, mediante estos filtros vemos todas las situaciones, eventos y personas con las que entramos en contacto.

Estos paradigmas son los que generalmente nos meten en problemas, ya que nos encontramos peleando o huyendo para intentar que la otra persona piense como nosotros y se dé cuenta de que está mal y yo estoy bien. Esto se complica más cuando tenemos muchos paradigmas acerca de cómo es el amor y las relaciones de pareja, ya que primero deseo una pareja y cuando la encuentro, me enfrento a otro ser que también cuenta con sus paradigmas acerca del amor y las relaciones.

Aquí es donde en mi proceso de vida he podido conocerme más y comprender algunos paradigmas que no tenía conscientes y cómo es que han estado afectando constantemente mi vida en pareja.

Comprendí primero que la historia familiar de mi papá y mi mamá los llevó a observar relaciones conflictivas, destructivas, separaciones o incluso relaciones infieles, lo cual generó en ellos el deseo y el acuerdo de vivir una vida juntos completamente distinta a lo que ellos habían visto en sus respectivas casas, así es como surgió el paradigma “La pareja y la familia siempre tienen que estar unidos pase lo que pase”.

Por otra parte yo me encontré observando, aprendiendo y aceptando una vida en pareja de mis padres muy complicada, donde tuvo mayor influencia en mí mi mamá. Gracias a eso acepté ideas como que las parejas siempre tienen que estar juntos en los eventos sociales y familiares, un hombre que no baila, no le gusta salir y que no hace lo que yo quisiera es aburrido y eso no debería de ser, etc.

Gracias a estas ideas yo construí mis creencias sobre cómo debe ser mi pareja, aunque por otro lado en mi proceso de crecimiento personal y espiritual yo puse otras creencias más funcionales sobre el objetivo, intención y manejo de la misma.

Así llegué al punto de conflicto de intereses/paradigmas, donde por un lado encontraba en mi pareja todas las cualidades que yo deseé, pero por otro también encontré todos los defectos/características que no deseo y que resisto porque las veo en la relación de mis papás y no me gustaban.

Cuando lo comprendí llegó el momento de tomar una decisión, terminar con la relación dándole más peso a lo que no me gusta, o cambiar de paradigmas y aceptar que mi pareja fuera como deseara ser, así como que mi relación de pareja no tiene que ser como otras personas piensan que es correcto o no.

Al reconocer que mi intención es continuar con la relación de pareja y comprender todo lo que estaba pasando conmigo también comprendí que aun no tenía claro qué es el amor por otra persona, o lo tenía confundido, ya que en la vida cotidiana puedo estar luchando contra cosas banales que en el momento parecen ser muy grandes, pero cuando me adentro en mí y en quién soy no parecen tan grandes ni de tal importancia.

Desde este punto comprendí que el amor es libertad y aceptación, mi decisión de amar a la otra persona y compartir mi vida con él, aunque para la otra persona no sea igual la idea, situaciones o incluso intenciones.