APRENDIENDO JUNTOS A SER FELICES

9275220295?profile=originalNo es casualidad que el Día Internacional de la Felicidad sea un día antes del Día Mundial del Síndrome de Down y saben ¿por qué?, porque no hay personas más felices en este mundo que ellos.

Hace algunos años, en uno de mis viajes alrededor del mundo, visité algunas escuelas para niños con síndrome de down y otras capacidades diferentes. Ahí aprendí que estos chicos en verdad son felices y que en sus escuelas los aceptan como son. Sin embargo, nosotros vamos a escuelas “normales” y la mayor parte del tiempo somos infelices. Esto es algo paradójico.

Muchos padres con hijos con síndrome de down no son felices, creen que han tenido mala suerte, que es mucho para ellos, se lamentan por lo que les tocó vivir y se ponen la carga pesada de tratar de hacerlo solos.

Hay algo que debemos entender, si no somos felices, nuestros hijos tampoco lo serán. Debemos pensar primero en nosotros. Y no es una cuestión de ser egoístas, nosotros enseñamos con el ejemplo y nuestros niños nos observan, nos escuchan y sienten cuando estamos mal. Es por eso, que es muy importante que empecemos por aceptarnos, por confiar en nuestro ser y comenzar a ser felices, les aseguro que todo será mucho más fácil.

Hace poco en Bucarest, unas hermanas vinieron a tomar mis seminarios. Una de ellas se acercó a mí al final del primer día, había venido con la expectativa de que yo curara, con el Ho’oponopono, a su hermana que sufría retraso mental. Ella había escuchado lo que mi maestro, el Dr. Ihaleakalá, había conseguido en el hospital psiquiátrico en Hawaii.

Hablamos por casi media hora y se convenció de que solo Dios sabe el porqué pasan las cosas y lo que es correcto y perfecto para cada uno. Comprendió que agradecer y aceptar lo que nos toca es muy importante y sanador, nos trae paz y muchas bendiciones. Lo más importante de nuestra plática fue cuando le dije que yo a su hermana la veía “muy bien”, que parecía mucho más feliz que ella.

Hay que entender que la Tierra es una escuela y hemos venido a aprender y a descubrir quiénes somos. Sabiendo esto, será más fácil aceptar y entender que por alguna razón este niño llegó a tu vida y que no es un castigo, sino una bendición. Yo siempre digo que nuestros hijos son nuestros maestros, y los chicos con habilidades diferentes son nuestros maestros avanzados.

El problema es que constantemente hemos estado juzgando y criticando y no hemos dejado espacio para que la inspiración ingrese a nuestras vidas. En cambio, los niños con síndrome de Down, autismo, y otros, están conectados a muchas cosas que ni siquiera podemos ver, tocar, ni sentir. Estos niños son un ejemplo para nosotros. Ellos están tratando de mostrarnos cómo funciona realmente el universo y la vida. Nosotros somos los que necesitamos cambiar, no ellos; por eso reafirmo que son profesores de nivel avanzado.

Hay una frase que me gusta mucho: “Dios no crea nada que no sea perfecto”, y es verdad. Estos niños ya son perfectos como son, nosotros somos los que los etiquetamos y los ponemos en cajas. ¿Quiénes somos para decidir lo que está bien o está mal? Empecemos a verlos como Dios los ve. Démonos cuenta que están aquí para enseñarnos sobre el amor incondicional.

Debemos agradecer por lo que tenemos, no por lo que pensamos que deberíamos tener, o lo que nos falta o gustaría. Empieza por aceptar lo que te tocó, porque es perfecto para ti. Una bendición aunque no parezca. Un regalo.

Algunos padres de niños con autismo o síndrome de down vienen a mis seminarios y me cuentan experiencias maravillosas sobre los cambios que han tenido al practicar técnicas como el Ho’oponopono. Ellos ven en sus hijos cambios positivos. Por ejemplo, ahora sonríen mucho más y su forma de comunicarse con el mundo exterior también ha cambiado. Y esto es porque al practicarlo los padres, no solo sus hijos se benefician, sino que de alguna forma lo transmiten a través del ejemplo.

Estos padres decidieron tomar el 100% de la responsabilidad (no culpa) y empezaron a mirar a sus hijos en la forma en que Dios los ve. Dejaron atrás los juicios, temores, expectativas y por sobre todas las cosas el que dirán o pensarán los demás. Decidieron soltar y confiar, no hacerlo solos y permitirle a Dios que los cuide y los guíe. Eligieron ser felices.

Aprendamos, también, a aceptar, amar y a aprender de nuestros hijos. Ya verás que ellos nos enseñarán a disfrutar la vida y a ver todo desde una perspectiva diferente. La vida es demasiado importante para tomársela en serio. No se preocupen tanto. No busquen la felicidad en los lugares equivocados. Como decimos en Ho’oponopono: cuando tú cambias, todo lo demás cambia.

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