AHÍ VIENE EL LOBO

 

Unos cuantos días antes de tomar posesión de la Presidencia de Estados Unidos, el empresario Donald Trump confirmó, sin lugar a dudas, el proyecto que fue construyendo desde su etapa como candidato a la primera magistratura de su país. Y en cuanto rindió protesta, este viernes 20 de enero, lo ratificó a través de su discurso, que ya muchos califican como nacional-populista.

Pero me quiero referir ahora a un aspecto particular: al dar a conocer el gabinete de su gobierno, quedó claro que en la administración del señor Trump los negocios prevalecerán sobre la política y la diplomacia, pues la característica común de los hombres que estarán al frente de las principales dependencias públicas es la riqueza que cada uno de ellos ha acumulado. Porque, ciertamente, la mayoría de los colaboradores que ha elegido el nuevo mandatario son varones, blancos y adinerados, sin experiencia alguna en la política. Las mujeres, la diversidad racial y la experiencia política están prácticamente ausentes del gabinete trumpista.

De seguro, tal condición económica, más allá de las responsabilidades que a cada uno le correspondan, redundará en una visión personalista, y la perspectiva empresarial pesará mucho más en la balanza de las decisiones. Y bien sabemos que en la conformación de estas grandes fortunas se imponen los intereses particulares, más allá de preocuparse porque los salarios de empleados y trabajadores sean remunerativos o por las cuestiones de la salud, la educación o la preservación de los recursos naturales. Se trata de que ganen ellos y los demás se subordinen a las utilidades, lo que no quedará circunscrito a la Unión Americana, sino que de seguro se replicará en América Latina y el mundo en general.

Por el momento, incluso más que China y Medio Oriente, México ha sido el centro de la estrategia agresiva del flamante presidente. Una estrategia salvaje y desprovista de todo respeto y consideración hacia un país vecino que históricamente ha sido un socio comercial muy importante.

Pero las reglas del capitalismo, ahora extremado por Trump y su clan en el gobierno, así lo determinan. Canalizarán, entonces, sus afanes empresariales de acumulación de riqueza particular, y extensivamente la de su país, sin mirar hacia el exterior con criterios de reciprocidad, equilibrio y beneficios equitativos.

Falta ver si esa ambición se logra imponer sin tope, resistencias o límites, pues también es previsible que los demócratas y muchas organizaciones civiles, comunitarias, no gubernamentales, así como las minorías, se esfuercen para encauzar las políticas públicas hacia el beneficio mayoritario y no de unos cuantos, y se opongan con firmeza a toda discriminación racial, religiosa o cultural.

En el plano internacional, los países más afectados volverán su mirada hacia sus propios mercados, o bien buscarán hacer frente común con naciones aliadas en busca de contrarrestar esa ofensiva unilateral del gobierno entrante del país más poderoso del planeta.

También podrían revertirse varias de estas acciones de tufo imperialista, pues los propios empresarios estadounidenses tienen que buscar las mayores utilidades y mano de obra barata, que no encontrarán en su país. Y como ésta, prevemos, habrá otras consecuencias que no se han medido mi calculado en su justa dimensión.

En lo que se refiere a México, tendremos que desplegar con firmeza e imaginación una serie de estrategias y programas que neutralicen hasta donde sea posible las medidas que desde el primer día de su mandato ya está tomando Donald Trump. Deberíamos, por ejemplo, impulsar nuestro propio mercado y establecer alianzas prontas y decisivas en América Latina, Europa y Asia.

Por lo pronto, todos lo sabemos, vienen momentos difíciles, de confrontación y de hostigamiento, como lo hemos visto con las primeras consecuencias de las amenazas del presidente número 45 de Estados Unidos, que incluso antes de rendir protesta logró que empresas automotrices que tenían comprometidas inversiones y expansión industrial en nuestro país cancelaran sus proyectos.

Lo importante será no quedarnos pasmados y tener respuestas ante las intenciones excluyentes de Trump y frente a su amenazas, que están por convertirse en realidades, como la de construir un muro en la frontera entre los dos países –para colmo, pagado por México, como insiste el magnate una y otra vez– o la de cancelar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte si no lo renegociamos a su gusto y conveniencia.

Hay salidas y soluciones que dependen de nosotros, de nuestro gobierno y de la sociedad. Es urgente tomar medidas prácticas y contundentes, que nos muestren como un país con dignidad y capacidad de negociación, a diferencia de la postura gubernamental de los días recientes, con la cual, por decir lo menos, se ha pecado de un exceso de confianza mezclado con adormecimiento institucional.

No es, pues, como el cuento en el que el pastorcito pregona con indolencia: “ahí viene el lobo”. El lobo, por desgracia, ya está aquí.

 

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Comentarios

  • Como lo senala Martha, a nivel mundial y por muchos anos por venir se sentira el efecto de un gobierno del pais mas fuerte militarmente, comandado por un grupo de billonarios, haciendo leyes que benefician a su elite y a la fuerzas retrogradas de este pais.

  • el lobo ya esta aqui

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