DIVAGACIONES BIPOLARES

Palabras para una amiga virtual

Vivimos caminando hacia la bruma del olvido, hacia ese falso paraíso sin puertas ni ventanas, donde la luz no es más que la música de los versos que brotan desde lo más profundo de nuestra sangre; como cuando contemplamos la bruma con lentes con cristales amarillos, verdes o café oscuro, e imaginábamos que la vida era bella, que no hay guerras, ni balas asesinas emboscándonos.

Cual vampiro muroni caído en desgracia, un amor desventurado me ha clavado sin piedad, una estaca solar en el corazón. Sé que estoy condenado al desamor y vagaré como un alma sin cuerpo, como una sombra desencantada de todo lo vivido.

Es lamentable que algunas mujeres piensen que el sexo loco es de mentes enfermas, y se horroricen cuando se les insinúa una sutil inspiración amorosa. Es lamentable que en este aspecto, la sociedad haya cambiado tan poco. Vivimos y caminamos fatigados, en vez de hacerlo con alegría. Hay expresiones sin sensibilidad que me decepcionan y me horroriza ver como la muerte se apodera de los sentimientos y de nuestros destinos.

Quise amarte sin pudor y sin vergüenza. Que el goce de la lujuria penetrara siempre hasta el clímax, el fondo de tus cavidades. Quise sentir y gozar de tus labios y pezones. Desee amarte para sentirme vivo y aferrarme a tu desnudez por siempre, para no volver al espejismo de lo irreal.

Rompiste como el fuego de una noche caliente, la inmutabilidad de mis tinieblas. Desnudamos nuestros miedos, para que nuestros cuerpos se pudieran querer sin amarras... ahora vivo enamorado por culpa de tus “te amos”, embrujados por los colores de la barrera coralina de ese maravilloso mar tropical, que se devoró a los dragones de los miedos y enmiendas.

Me pesan más las lágrimas de los pensamientos. Me siento cansado por intentar enderezar los estandartes de las banderas con versos.  Miro con miedo hacia el horizonte y no entiendo, por qué el mundo amanece siempre de luto. La vida me escarmienta por culpa de mis irresponsabilidades. Fui un alumnado gocetas, que supo romper las cadenas del orgullo, y elegí por oficio: ser farolero de ciegos. Siempre elijo al azar, el rumbo de mis versos.

Cuando regreso del infierno, el ayer se hace hoy o un presente, como cuando unas guitarras eléctricas y unos melenudos, nos hacían delirar con sus melodías.

¿Vivimos defendiendo, lo indefendible?

Desafortunadamente me encanta actuar como un niño, porque me asustan las máscaras y el actuar absurdo e irracional de los hombres, que se creen hombres. Esos murtes que nunca conocerán la gloria de los hombres dignos, porque ya son cenizas y morirán esclavizados a la oscura sombra de quien los parió, sin amor y como escoria; como las mujeres murtes que embarcaban en galeones durante la conquista, como cosas sin alma o muertas en vida, para satisfacer la animalidad de los navegantes.

No creo que sea obsesión, sentir lo que siento por ti. Ya ha pasado un buen tiempo y me parece que ayer hablábamos como dos adolescentes de amor, y soñábamos... y nos besábamos... y nos mimabamos con una inocencia ingenua, que rayaba con lo ridículo. Soy un soñador por culpa de las ilusiones de mis desencantos. Mi derrota es un silencio bipolar profundo, una herida que sólo me permite delirar versos, y recordar con alegría a las amantes que dejaron rimas con su firma, en el libro de visitas de mi corazón.

No dejemos que nuestro amor pierda las emociones de las pasiones, esas bellas melodías que brotan espontáneamente el corazón de los sentimientos. No creo en los amores de oropel, cuando nada prometen, ni se vislumbra futuro en ellos. Amo como las palabras de amor que brotan de los destellos diamantinos de los ojos.

Nunca dejaste que una noche contigo se viviera con rutina, jamás me dormí mirando hacia la pared, viendo televisión o contando ovejas para conciliar el sueño, por culpa de tus menosprecios. ¿Por qué tenemos que amarnos, como si viviéramos un vergonzoso amor prohibido? No te enclaustres en un inexpugnable fortín, porque me sentiría como un bastardo murte, por haberte fastidiado la vida. Cada mujer ama por circunstancias e intereses diferentes. Yo a ti, te ame y te amo, porque te entregabas y me dabas, todo lo que me podía ofrecer tu cuerpo. Me angustia traspasar el umbral de la senectud, y llegar solo con un costal de recuerdos, más amargos que dulces, sobre la espalda. Me entristece imaginar que no podré compartir todo lo que soñamos.

No necesito de otros besos ni de otros cuerpos. Me siento encadenado por el destino a tu piel y tendré al amor por cárcel. Deja que un derrame de besos, derrita tu cuerpo. No confundamos amor, con locuras que nos abandonan en absurdas agonías. Respeto los espacios donde las personas esconden sus secretos más íntimos.

Me acerco a ti con pasos invisibles. Te regalo ilusiones con palabras dulces y caricias virtuales. El tiempo me busca desesperado, para entregarme una cuenta de cobro atrasada. Sé que perdería el tiempo escribiéndote cartas o versos, y por eso, pongo en el buzón del viento a navegar al azar, mis pesadillas... esos fantasmas que talan el sosiego de mi cordura y me seducen hacia esos absurdos laberintos, donde la depresión se esconde con un mal sueño o un amor atemorizado por el temperamento de la bestia que nos habita.

Toda mi obra es la memoria, de nuestro amor prohibido. Cuando leo una vez más a algunos de los versos, siento que me rompe por dentro el eco de los vientos dolorosos de esa tristeza, que me hace introspectivo y hasta me hace ver soberbio, muy diferente a un alegre enamorado. Te  ensueño con tal obsesión, que casi alcanzó a acariciar tu espectro. Compartimos un absurdo juego de ajedrez, pero los movimientos se asemejan más, a un juego de rayuela.

Esquivó el tipo de amor que me ofreces, por qué no es más que una relación egoísta, con rejas, con más reglas que caricias tiernas y ardientes. Eres de las que dejan que la pudicia, le robe la magia a las expresiones de los sentimientos. Tu recuerdo golpea mi rostro, como cuando soplan los vientos de las guerras. Desvarío por culpa de esos tormentos que no dan tregua, que se ensañan con la sevicia israelí, que cree que las guerras se solucionan con obsesiones. Intento conciliar el sueño sin nostalgia, ni remordimientos. Cuando se ama, es absurdo el buscar en bocas extrañas, o en cuerpos ajenos, un orgasmo delirante. Lo mejor es ignorar el silencio de las caricias o de algunas palabras, porque cada persona ama de una manera diferente.

A veces pienso que Dios ha muerto, que tiene Alzheimer o está escondido del hombre. Al amanecer entre los alegres naranjales, cortejo a la pálida sombra del amor que agoniza. La poesía como todo texto, tiene dos rostros. Prefiero el que sonríe, y no, el que expresa amargura o resentimiento. También suspiro observando a las solitarias estrellas, cuando fulguran como las dulces notas de algunos versos. Me encanta el olor de las guayabas maduras, de revolotear a los papagayos, el color de los pájaros que le ponen alegría al verano, y el sosiego de esa soledad que nunca me abandona. Me siento a escuchar la tristeza de las aguas, cuando corren como suspiros viajeros hacia su destino final: el mar o el cielo. La música del río vaga como un llanto de amor o una rosa extraviada.

¿Por qué seremos más ingeniosos y creativos, como amantes? Como marido me siento como un pesado fardo de cansancios y desengaños, de hastíos, intentando sobrevivir con el fastidio de besos y caricias muertas. Sólo el erotismo ratifica lo maravilloso de la vida. El fuego de mi corazón, arrasaba como un huracán, la cordura de tu bajo monte. Tu lazarilla mano se prendía de mi sexo, para conducirlo hacia el camino de la vida viva. Cuando te observaba desnuda, se rompía la imaginación de los versos, y se despertaba la lengua en la reseca garganta. Los orgasmos intentan hacernos creer, que algo quedará inmortalizado dentro de la vida de nuestras amantes. Las fantasías de los deseos lascivos que nos quemaban, se derramaban con una represa huracanada, hasta que se extinguieron los fuegos de las indolentes sombras. A veces pienso que soy un ángel-demonio, aunque sé que no se puede ser: ángel y demonio a la vez. Las sombras de las locas piruetas siempre quedaron enredadas entre vellos y los pétalos del lirio. Sin ti, prefiero vivir la muerte, a vivir una mala Vida. Todos nos cansamos de sobrevivir en jaulas, sin vivir o realizar fantasías.

Imagino el gemir de tu cuerpo como los desesperados versos, que brotan de las desveladoras caricias. Hoy somos otros. Somos casi unos extraños. Poco a poco tu cuerpo comenzó a exhalar el olor a muerte, por entre las piernas. Las noches perdieron la picardía y las chispas brillantes. La paciencia animal de mis dedos, se volvió artrítica. Se acallaron las propuestas indecentes y tu carne se transformó en una flor con espinas. Del idioma fogoso, sólo sobreviven escombros y silencios. Tu sexo dejó de ser una boca de tormentas y dejaron de brotar, desaforados versos de la rosa.

 

 Añoro y alabo a la oscuridad, que te permitía ser la hembra, que se escondía dentro de ti. Extraño la sal de la saliva de tu carne. La apetencia milagrosa de tus dedos ebrios. Me encantan las mujeres que creen y se enamoran más de los centímetros, que de los metros o de esos hombres que alardean como gallinas cuando ponen un huevo, y cualquiera creería que han puesto una docena. No todo lo que late como una serpiente o un ratón entre el pantalón, se puede llamar amor. Nunca olvides que la censura genera más inquietud, que daño. Nunca dejes de probar lo desconocido, porque el hastío castra la imaginación. Aprende a descifrar y a comprender, a las estaciones de los sentimientos.

No me siento muy bien, interpretando al demonio. Desconozco al hombre que latigó los gritos primitivos de tu cuerpo. Es mágica la sensualidad de las formas y de las sombras de tu cuerpo. Recuerdo cuando los besos enloquecían con ese olor a cuero en celo, a primavera del vino, a cuerpo esculpido por la imaginación de la impudicia. Cuando las sábanas del lecho que fueron aguas mansas, se transformaban en gritos esquizofrénicos.

La vida siempre será una historia de amor por descubrir. Aunque de vez en cuando nos convenga: soñar o dormir.

Querida amiga y poeta: no hay que tener angustia por publicar. El publicar por publicar, a veces “suicida” obras y autores.

Con todo el amor de mi corazón, su amigo,

El perro vagabundo

 

 

 

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