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Cuando una mujer trabaja, se multiplican las funciones a seguir, su vida se vuelve cotidiana y va dejando a un lado su vida íntima… Sabemos que la mayoría de las mujeres desde muy temprana hora se levantan para iniciar la rutina del nuevo día, despertar a los niños, preparar el desayuno, sentarse aprisa a tomar algo para luego, dejar a los niños en el colegio, llegar corriendo a la oficina e iniciar su día laboral… entre tazas de café y trabajo va pasando su día con intervalos de pequeños mensajes para saber si en casa todo está bien con los niños. ¿Y qué pasa con el esposo? También tiene rutina laboral, pero en forma tranquila. Solamente necesita darse una ducha, sentarse a la mesa cuando todo está servido y dirigirse a su trabajo con la tranquilidad de su vida diaria Las mujeres que trabajamos vivimos en un estrés constante, cuando llegamos al hogar sabemos que tenemos un sin fin de tareas domésticas que realizar, a muchas de nosotras no nos alcanza el dinero como para contratar a alguien que nos ayude, así que tomando en cuenta que tiene que realizar ella misma sus labores domésticas llega a casa ya en un estado estresante, con el tiempo medido para preparar o calentar los alimentos y servir la mesa para que todo esté listo para cuando llegue el esposo Quizás no sea tan pesada la labor, o quizás tengas un carácter que te haga ver la vida positivamente, si es éste el caso qué bueno ¿verdad? Te miras ahí lavando los trastos de la cocina, dejando adelantado los alimentos para el día siguiente para luego correr a preparar los uniformes de los niños, con todo esto se te van las horas, pero al terminar te vas a tu habitación deseando meterte bajo la ducha para poder descansar de un día más en tu existencia… ¿Y qué miras en el lecho? A tu esposo, plácido, semidormido esperándote para hacer el amor, tan tranquilo con esa sonrisa en los labios que te enamoró cuando lo conociste… dime ¿qué sientes? Comentaba una amiga, que al llegar a su habitación y verle ahí tan descansado sentía una rabia interna de saber que mientras ella se desgasta en las labores del hogar él está ahí esperándole en el lecho, sin saber que lo único que ella quiere es dormir y descansar. A veces amigas, es necesario un buen diálogo, delegar responsabilidades y tratar de que el trabajo en el hogar sea distribuido de tal manera que todo transcurra en orden y lleno de tranquilidad para que las labores mismas no sean un motivo estresante que nos hagan renegar del hogar que tenemos. Un abrazo cálido,

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